martes, 25 de agosto de 2009

Cap.2 "Damas de Miseria"

Allá donde las cloacas son el patio de recreo y las ratas las compañeras de juego, habitan las Damas de Miseria; muñecas vírgenes olvidadas, que encontraron el amor en los suburbios de sus crueles ciudades.
De bellas lozanas aprendieron el negocio, e ingenuas se ganaron un puesto en los infiernos.

Para Mannequine, era su rutina y vida. Hacía tiempo que se había resignado a ansiar algo más. En Miseria se había perdido el derecho a soñar, y su precio era muy alto… No podía soñar con escapar, con desear a un apuesto mozo que no buscase compañía en sus frías y oscuras noches.

Aquella muñeca que antaño se había rodeado de toda clase de lujo y caprichos, se encontraba ahora presa de un laberinto de horrores, de oscuros trapicheos y desamparo; las ratas, sus más fieles amigas correteaban entre sus pies, mientras encontraba la belleza en los relatos de aquel viejo marinero, que aunque bien fuesen inventados tanto igual le importaba a Mannequine, que en secreto mantenía el anhelo de escapar con aquel viejo lobo de mar y sus hermosas historias del Norte de Europa; quería olvidar los turbios negocios donde había aprendido el precio del amor.

Una noche bajo el embrujo que le ocasionaban sus narraciones, la locura la emborrachó y unos pobres diablos la tomaron bajo el placer de soñar con su amado. En aquel momento de angustia y desesperación la lucidez despertó y huyó hasta el acantilado donde comenzó su obsesión y se lanzó al mar embravecido con el fin de encontrar a su soñado amado. Y bajo las olas pudo soñar al fin en paz con su príncipe Europeo.


Y la muerte era el precio a pagar por poder soñar;,
el mismo precio que pagué por viajar a Europa y
ver tu rostro ansiado.

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