martes, 25 de agosto de 2009

Cap. 5 "Desacordes infinitos"

Si te adentras en lo más profundo del bosque y esperas a que se ponga en sol, en los días de luna llena podrás ver pequeñas criaturas con alas plateadas y vestidos de flores secas que adoptan el cuerpo de bellas ninfas para atraer al caminante, salen vergonzosamente de los troncos de los árboles muertos que antaño florecieron. Su hechizo te hará beber de sus labios y sumirte en un sueño profundo del que solo una melodía te hará despertar…

De repente, una dulce y embriagadora voz femenina comienza a pronunciar una vieja historia en una lengua desconocida...

Cuentan que en tiempos de batallas y castillos, una preciosa niña albina nació de el vientre de una reina al borde de la muerte y cubierta de sangre cuyo corazón no latió más de dos lunas. El rey, encolerizado, no tardó en aventurar que aquella niña del diablo no era fruto de su falso amor por la reina. Tal mofa a su honor merecía, sin duda, el más despiadado castigo. La muchacha creció encerrada en la torre más alta del castillo sin siquiera saber pronunciar su nombre y sin más compañía que los tétricos acordes de un viejo violín que tocaba sin referencia alguna. Su inmensa belleza desaprovechada soñaba con la libertad a cada hora, cada segundo. Cuál fue su sorpresa cuando, por un ventanal cubierto por polvo y moho vio a cuatro caballeros portar a un forcejeante muchacho cuyo rostro encandiló a la muchacha con tan solo una mirada. Desde aquel día recordó esa imagen a cada momento ansiando volver a ver aquel rostro ensoñado. El tiempo transcurrió sin otra referencia que los rayos del sol, hasta que una noche unos acordes desafinados guiaron a aquel joven a burlar cualquier vigilancia e ir en busca de la nívea princesa de sus pensamientos. Sus fervientes deseos no opusieron dificultad para abrir una puerta tapiada por el tiempo y las melodías desacordes. Una única y segunda mirada bastó para que ambos se lanzaran en un beso apasionado.

El rey, irritado por el alboroto, descubrió a dos almas que odiaban su mente de odio unidas en un beso de amor. Sus ojos refulgieron de ira y no dudó en volcar en candelabro que portaba sin el más mínimo remordimiento.

El castillo ardió como alma que ansía la muerte y con él sus ocupantes. Todos, menos uno. La joven, con el rostro deformado por el abrazo de las llamas consiguió su ansiada libertad. Cubierta por un raído velo camina por las calles de un pueblo desconocido entonando lúgubres melodías, a medio camino de la vida y la muerte, y sin saber distinguirlas…

…La voz se acalla pero una lejana melodía sin procedencia sigue sonando sin desenlace. Es el alma de una mujer que sigue vagando atrapada entre la vida y la muerte, que desentona acordes y despierta de un sueño profundo al caminante…

Cap.4 "Mi príncipe oscuro"

Fue entonces cuando sentí su presencia; el habitáculo en penumbra no era más que un mero escenario cuando aquella mortífera fragancia penetró por cada poro de mi cuerpo inmaculado; ya nada existía. Su torso pétreo refulgía en la penumbra sin más necesidad que el gélido y nervioso vaho de mi aliento. Sus manos habilidosas desgarraron mis ropas con fuerza; el solo roce de sus labios carnosos contra mi cuerpo desnudo me hacía estremecer. En ese momento me di cuenta de que no se podía tratar de un ser de mi misma condición. Sus afilados colmillos arañando suavemente la fina piel de mi pecho mientras entraba y salía de mí sin cesar me hacían gemir de placer. Nuestros cuerpos hicieron uno mucho más allá de aquella cámara en tinieblas. Ya nada más me importó hasta que una fina línea de luz comenzó a penetrar por un recodo de la habitación. Cuando quise darme cuenta, mi príncipe de mármol había desaparecido al trasluz del alba.
Pasó el tiempo y una parte de mí seguía encandilada por sus susurros, mi piel no quería desapertar de su abrazo. Ni siquiera mis más poderos conjuros eliminaban su fragancia de cada resquicio de mis rpas raídas. Al cabo de un mes y palpando mi vientre endolorido pude darme cuenta de que no era mi alma la única que anhelaba mi presencia.
A medida que mi interior sa iba ensanchando para dar lugar a una burda réplica de el ser que violó mi pura inocencia, era tal el trastorno de mi mente que apenas recordaba mis constantes alaridos nocturnos aclamando un nombre que mi boca no sabía pronunciar. Tras varios meses los aldeanos se aventuraron a dictaminar que aquello que portaba en mis entrañas no podía ser sino obra del mismísimo Lucifer. Cuando quise resistirme numerosos brazos apresaban mi frágil cuerpo a un poste de madera podrida, mientras el pueblo aclamaba y los niños lloraban de desconcierto. Una chispa encendió la noche y mis ojos refulgieron de pánico.
Y fue entonces, mientras el fuego fatuo avivaba en mí una resistencia a la muerte que jamás había experimentado en vida, cuando las fervientes ansias de venganza afloraron en mi cuerpo preso, inm´vil, ya casi inerte, me di cuenta de que ya nada podía hacer para recuperar al príncipe de mis delirios, y de que, de todas formas, ya nada importaba; pero a pesar de aquel calor inhumano una lágrima de hielo resbaló por la máscara de carbón que hubo sido mi mejilla. Mi cuerpo ardía putrefacto, pero dos almas lloraban, una dentro de la otra.

Cap.3 "Un deseo"

Largos y tétricos corredores se habrían a mi paso, muchos de ellos torcían o bajaban, otros simplemente continuaban recto, sin interrumpirse ni terminar nunca. Todos ellos conducían a algún lugar, el problema era su destino.
La leyenda cita que solo aquel que osara escoger algún pasadizo y ansiara de verdad plenamente algo, conseguiría llegar hasta el final, y como recompensa, hallaría allí su deseo hecho realidad.

Angelique, se había criado entre esos pasillos y nunca había llegado a encontrar una salida; muchos fueron sus intentos, en vano, y huérfana de amor y cariño encontró el deseo, en las sombras que proyectaban las gárgolas de aquel mágico castillo.
Vagó sin rumbo por encontrar la salida de aquel imposible laberinto; quiso encontrar a su difunto padre, pero nada ni nadie es capaz de traer de vuelta a los muertos, ni siquiera un sueño. Quiso encontrar la música donde solo se escuchan los sollozos desgarradores de un alma perdida. También pidió un espejo para ver su inmaculado cuerpo que entre aquella perpetua oscuridad, jamás había sentido una cálida mirada sobre él.
Una vez creyó encontrar el final de un infinito corredor, pero justo antes de imaginar el calor sobre sus dedos, cayó presa del castigo impuesto por haber dejado de soñar, de soñar con algo que te quita el sueño, de ansiar algo hasta que te duele el corazón, de amar a alguien tanto como para dejarte matar por él.

En su locura por encontrar algo que la sacase de allí, su corazón se paró, dejó de sentir la necesidad de escapar, de encontrar algo mejor, de buscar el calor de un abrazo… y todo cobró color. Las gárgolas le sonrieron, las antorchas prendieron y el final se tornó próximo, y es que ése era el verdadero deseo que Angelique nunca supo ver…Ella ansiaba el final, pero no el de un pasillo, ni el de un sueño, si no el suyo propio. Y al final de su tortuoso pasillo encontró la muerte.


Mas yo sí que tengo un sueño que realmente ansío,
Tú; pero no logro encontrarte al final de ningún lánguido pasillo.

Cap.2 "Damas de Miseria"

Allá donde las cloacas son el patio de recreo y las ratas las compañeras de juego, habitan las Damas de Miseria; muñecas vírgenes olvidadas, que encontraron el amor en los suburbios de sus crueles ciudades.
De bellas lozanas aprendieron el negocio, e ingenuas se ganaron un puesto en los infiernos.

Para Mannequine, era su rutina y vida. Hacía tiempo que se había resignado a ansiar algo más. En Miseria se había perdido el derecho a soñar, y su precio era muy alto… No podía soñar con escapar, con desear a un apuesto mozo que no buscase compañía en sus frías y oscuras noches.

Aquella muñeca que antaño se había rodeado de toda clase de lujo y caprichos, se encontraba ahora presa de un laberinto de horrores, de oscuros trapicheos y desamparo; las ratas, sus más fieles amigas correteaban entre sus pies, mientras encontraba la belleza en los relatos de aquel viejo marinero, que aunque bien fuesen inventados tanto igual le importaba a Mannequine, que en secreto mantenía el anhelo de escapar con aquel viejo lobo de mar y sus hermosas historias del Norte de Europa; quería olvidar los turbios negocios donde había aprendido el precio del amor.

Una noche bajo el embrujo que le ocasionaban sus narraciones, la locura la emborrachó y unos pobres diablos la tomaron bajo el placer de soñar con su amado. En aquel momento de angustia y desesperación la lucidez despertó y huyó hasta el acantilado donde comenzó su obsesión y se lanzó al mar embravecido con el fin de encontrar a su soñado amado. Y bajo las olas pudo soñar al fin en paz con su príncipe Europeo.


Y la muerte era el precio a pagar por poder soñar;,
el mismo precio que pagué por viajar a Europa y
ver tu rostro ansiado.

Cap.1 "Amelie"

—“Morfeo”—, susurran sus inertes labios de los que brotan fervientes carmines…

Amelie hace eternidades que habita en el conjuro de su sueño, de donde asía despertar y calmar el deseo de su corazón roto.
Desde donde la más absoluta negrura habita, Morfeo es capaz de sentir la muerte hallada en el inmaculado cuerpo de la joven, que desde donde se haya solo es capaz de imaginar y soñar con el príncipe de los sueños nunca encontrado, de recrear la pasión de un amante perdido.
Amelie apenas alcanza a comprender, que de una trampa se encuentra presa y se consuela con creer que su amor saldrá de la infinita oscuridad y cruzará el mundo creado hasta hallar el camino que le conducirá hasta ella. Ingenua, piensa que un beso podrá salvarla del mundo de los sueños, donde su conciencia se encuentra a siglos luz y su cuerpo es mecido por la hojarasca, y es donde las ratas encuentran comida y cobijo entre sus ropas.
Ella, Amelie, es presa de un sueño; el de Morfeo, el de su amante inalcanzado.


…Y lo que tú no sabes, es que mi Morfeo eres tú yyo soy presa de tu sueño, del que nunca despertaré…

lunes, 24 de agosto de 2009

PRÓLOGO

Desde ahí las cosas se ven de otra forma, tumbada en esta cama forjada de oro y cubierta por las sedas más preciadas, aunque a ella le parece hecha de odio y miedo… A menudo piensa si en el fondo del colchón quedarán impresas las miles de lágrimas que su alma exprime casa vez que reflexiona. No le gusta llorar. Odia llorar. Tiene que ser fuerte… no quiere ser una señorita de palacio… quiere vivir, quiere conocer el mundo y morir si es necesario, pero morir de libertad, antes que morir de rabia, en silencio… Quiere oler la hierba húmeda por el rocío, quiere tropezar y caer sobre la hojarasca y reír por pura tontería, bailar con los árboles hasta el amanecer, y seducir a las hadas y beber de la boca de las brujas… quiere borrar el pasado… quiere una vida.